La población de ballena gris del Pacifico Norte Oriental ha disminuido alarmantemente a consecuencia de la desnutrición por escasez de alimentos.
Datos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOOA por sus siglas en inglés) estiman una disminución de la población de ballena gris (Eschrichtius robustus) de alrededor de 26 mil 960 ejemplares en 2016 a 20 mil 580 en 2021.
Según especialistas la falta de alimentos se debe al cambio de la temperatura del mar que impacta en la producción y/o redistribución de organismos, como pequeños crustáceos que son fuente de nutrientes para las ballenas.
“Este es el cuarto año en el que se ha notado un aumento en la mortalidad, en la baja condición corporal de las ballenas y en la disminución en el número de crías que nacen, no solamente en Baja California Sur, sino en toda su área de distribución”, afirmó en entrevista Jorge Urban Ramírez, responsable del Programa de Investigación de Mamíferos Marinos (PRIMMA) de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS).
La ballena gris recorre alrededor de 12 mil kilómetros desde los mares de Bering, Chukchi y Beaufort, en Alaska, hasta Laguna San Ignacio, Laguna Ojo de Liebre y el complejo lagunar Bahía Magdalena, integrado por Puerto López Mateos, Puerto San Carlos y Puerto Chale, para dar inicio a su temporada de reproducción de mediados de diciembre a finales de marzo, cuando comienzan su retorno a los mares del polo norte.
Según especialistas, la desnutrición de las ballenas no solamente ha aumentado su mortalidad, sino que también han disminuido alarmantemente los nacimientos en los santuarios mexicanos.
“Es común encontrar 4 o 5 crías muertas durante la temporada, en los últimos tres años hemos encontrado entre 10 y 25 en Laguna San Ignacio, entonces es un aumento en la mortalidad muy claro, no solamente en crías, sino en jóvenes y adultos”, señaló Urban Ramírez.
“El número de crías ha disminuido también, de aproximadamente 100 a 120 que nacían en Laguna San Ignacio en 2016, por ejemplo, este año hay menos de 20 con cría, una disminución del 75 por ciento, solo en Laguna San Ignacio, no en toda su distribución, pero todo esto son síntomas de que algo está mal en la población y se debe a problemas en su alimento, durante el verano en el que se alimentan en los mares de Alaska, en Bering y Chukchi”, agregó.
La ballena gris es un recurso natural de gran atractivo turístico nacional e internacional, en consecuencia para las comunidades costeras asentadas en los santuarios la disminución de la población del mamífero marino es inquietante, ya que en la temporada de reproducción dependen económicamente del turismo.
Los tour operadores mantienen una estrecha relación con los animales durante gran parte de su vida; ellos acercan a los turistas a los mamíferos marinos para que observen su imponente presencia corpórea de hasta 15 metros de longitud y 36 toneladas, mientras que estos a su vez se acercan de manera amistosa a las embarcaciones, juntos a sus ballenatos para dejarse acariciar.
“Tengo más de 50 años en este lugar, hemos convivido directamente con la ballena y hasta el año pasado nos dimos cuenta de que muchas ballenas venían muy flacas, muy desnutridas y créeme que sinceramente nos mortifica esa situación", dijo José Collins, turistero de 68 años y presidente de la Unión de Lancheros Turísticos de Puerto A. López Mateos, en Bahía Magdalena, Baja California Sur.
"Además, no ha habido muchos partos en los últimos años. Nos informaron que es la situación de la desnutrición de la ballena, por la cual no se embarazan y las que se embarazan, en el transcurso del trayecto hacia estas aguas, abortan”, agregó.
En este momento, para los científicos es difícil determinar si la disminución de la población de ballena gris es causado por un fenómeno de corto plazo, como El Niño o La Niña o de mayor prolongación, como el cambio climático global, sin embargo en la última temporada han observado indicios de recuperación corporal de las ballenas por lo que tienen confianza en que en los próximos años la situación cambie gradualmente.
En las últimas décadas, las condiciones naturales de los refugios de la ballena gris, en conjunto con las normas de protección que ofrece México, han garantizado la seguridad de los grandes cetáceos frente a amenazas humanas y han contribuido a la recuperación de la especie que es catalogada en peligro de extinción.
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